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Tú...Recuerdo.


“Tú...Recuerdo”.

Apenas y recuerdo la blancura de tu fina piel,

la profundidad e imponencia de tus ojos azules,

como solo son los tuyos.

La magia de tu voz que me cantaba al oído

a tus manos tan fuertes

que intentaban tocarme con delicadeza

pero les era inevitable ocultar su dureza,

su poder…

Demostraban su cariño, ternura,

todo el deseo de tenerme junto a ti;

sin que nadie nos separara,

así tu y yo… papito e hija atados por

siempre.

Pero llegó el día inesperado e intestado en que

nos apartó la vida de la muerte y tuviste que dejar

pedazos de tu ser regados por ahí.

Extrañándote y llorando tu ausencia,

musitando cada letra de tu nombre;

deseando ser yo la que muriera en tu lugar.

Recoger cada parte de tu esencia para hacerte de

nuevo ese hombre admirable,

compartido, encantador,

y recordando la nobleza de tu mirada.

Padre…tú,

con ese don tan particular

de amar sin medida.

Ahora…

siento tu olor, sabor

y tu estancia enfrascada en alguna parte de mí.

Por fin descansaste…

de ese pesar que ahorcaba tu corazón,

que te hacía sentir desdichado y sin amor.

¡Te liberaste!

Dejaste tu cuerpo soltar,

tu mente ir,

tu alma salió de la prisión,

dejando salir tus aisladas virtudes.

Virtudes dispersas en el viento…

extendidas en tus hijos.

Las atrapamos, las respiramos

y les hayamos un lugar donde vivir.

Llegaron a nuestros pulmones,

visitando nuestra cabeza,

que es la luz de nuestra inteligencia,

moviéndose a la mente,

que es la que nos da el poder de la sabiduría,

después a nuestro cuerpo,

que es la alarma que nos dice enfermedad.

Viajaron a nuestros ojos

que reflejarán que tan bien o mal estamos

y es la señal de poder ayudarnos.

La nariz y el gusto muy particulares en nosotros,

porque podemos degustar

los ricos sabores que preparamos al hacer nuestras pociones,

cada que recordamos que tan brujos somos.

Nos compartiste la intuición,

que es cuando podemos entrar al interior de las almas,

sabiendo si estamos con las personas adecuadas o en el

camino correcto.

¡Es como siempre vives tú!

La herencia de papá

diluida en tu creación

que somos nosotros,

tus peques, esos que no te olvidamos.

Nos encontraremos en el maravilloso punto verde de reunión.





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